Capítulo 10
Leonardo se quedó de pie en el umbral, mirando a Elizabeth vestida de novia, y esbozó una sonrisa sarcástica. Su voz fue tan fría como el hielo.—¿Te acabo de decir que no molestes a Josefina y enseguida ordenas que la secuestren? ¿Es que tienes que acosarla todo el tiempo? ¿Y ahora has planeado este numerito?
Elizabeth levantó la cabeza, y en sus ojos apareció una chispa de desconcierto. Apenas iba a defenderse, cuando el guardaespaldas de Leonardo ya se adelantó.
Le agarró el cabello largo de un tirón y la arrastró brutalmente al suelo.
Las rodillas de Elizabeth chocaron con fuerza contra el mármol, y el dolor punzante le blanqueó la cara al instante.
—¡Leonardo! —exclamó Elizabeth, con los ojos abiertos de par en par por la incredulidad—. ¿Cómo te atreves a tratarme así?
Leonardo la miró desde arriba, sin el menor asomo de calidez en la mirada.
Movió la mano y ordenó fríamente al guardaespaldas:—Llévala al auto.
El guardaespaldas levantó a Elizabeth con destreza, ignorando su lucha,

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