Capítulo 327

Margaret sentía tanto frío que estaba a punto de congelarse. No podía mantenerse de pie, por lo que tan solo daba pequeños saltos. Mientras tanto sus grandes ojos miraban el camino a lo lejos, que se oscurecía cada vez más bajo la intensa nieve. Realmente anhelaba que apareciera un rastro de luz del coche. En verdad, no sabía por qué estaba haciendo una tontería como esa, esperándolo a que él regresara. De hecho, podría haber ido al pasillo, y esperarlo con la calefacción encendida o volver el día siguiente para interrogarlo, pero simplemente no quería hacerlo. Tan solo quería ver su coche de regreso. Finalmente, la luz de un auto brilló a lo lejos, y Margaret no pudo evitar sentir una inmensa felicidad en su corazón. «¡Quizás sea su coche!» Las luces del auto destellaban en la nieve que se arremolinaba, y Margaret quiso levantarse, tan solo para descubrir que tenía los pies tan entumecidos que no podía moverse, sus piernas estaban rígidas, sus manos estaban congeladas y rojas y su car