Capítulo 26 Sin salvación
Después de hablar, Daniela se dio la vuelta para marcharse.
Al pasar junto a Alberto, preguntó sorprendida: —¿Qué haces aquí?
Alberto, con desgano, levantó la vista al cielo: —¿No puedo venir a ver la luna?
Daniela, aún molesta, sabía que él la había seguido a propósito y no tenía tiempo para charlar: —Entonces sigue mirando, yo me voy.
Alberto la siguió sin preocupaciones: —Realmente no sabes reconocer a las buenas personas. Me preocupo por si te encuentras en peligro. Eres mi inquilina, si te pasa algo, sería mi responsabilidad.
Daniela replicó sin cortesía: —Ahora, para mí, tú eres el mayor peligro. Como casero, ¿es normal seguir los pasos de tus inquilinos?
Alberto, sin palabras ante la réplica, sonrió con los dientes apretados: —Sí, sí, soy un pervertido. De ahora en adelante, ten cuidado y mantente alerta de mí.
En la semana siguiente, Sergio enviaba mensajes a Daniela todos los días, tratando de convencerla de que no se quedara en ese pobre pueblo y se mudara con él a Ciudad Sol

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