Capítulo 41
Además, como una mujer excepcionalmente hermosa, ella tenía sus propios métodos para manejar a los hombres.
A veces, con coquetería y lanzando miradas seductoras, dejaba a esos hombres tan deslumbrados que perdían la cabeza. Se esforzaban por complacerla, solucionando cualquier problema que ella tuviera, dispuestos a sufrir grandes pérdidas con tal de tenerla en un pedestal...
Pero este Alejandro, parecía que ni siquiera la tomaba en cuenta.
Carmen estaba furiosa, ¿acaso este hombre no podía ver su encanto?
—¡Claro que cumplo lo que prometo!
Viendo el rostro enfadado de Alejandro, Carmen no tuvo más remedio que ceder y hacer una llamada: —Envíenme ese ginseng milenario.
Tras colgar, miró a Alejandro: —Espéralo, el ginseng milenario está en mi oficina.
Alejandro asintió, no le importaba cuánto tiempo tuviera que esperar, siempre que ella no se retractara de su promesa.
......
En ese momento, María, escondida en el armario, se sintió un poco más tranquila.
Durante un r

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