Capítulo 13
Recordó la tarde en que terminaron el jarrón: ella, con la nariz manchada de arcilla, lo alzaba y sonreía como una niña:
—Alejandro, aunque es feísimo, ¡es lo primero que hacemos juntos!
—Se rompió... —Murmuró él. Las lágrimas cayeron sin aviso, golpeando los fragmentos y formando pequeñas manchas húmedas.
Luego vino la segunda, la tercera.
Apretó con fuerza aquellos pedazos; los nudillos se le pusieron blancos y los hombros comenzaron a sacudirse con violencia.
Un sollozo reprimido y quebrado resonó en la habitación vacía.
…
La brisa marina soplaba con suavidad. El atardecer teñía el mar de un dorado cálido.
Noelia caminaba descalza sobre la arena blanca y fina, observando cómo las olas le cubrían los tobillos una y otra vez antes de retirarse.
Tras varios días allí, la ligera arruga que solía fruncirle el entrecejo parecía haberse alisado un poco bajo el soplo constante del mar.
Emiliano se acercó a ella y le puso el celular delante de los ojos.
Su tono tenía un matiz burlón: —Alejan

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