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Capítulo 50

El rostro de Adolfo fue cambiando poco a poco: —Si no puedes encontrarlo, ¿qué pasará con la enfermedad de Mario? Clara respondió con total naturalidad: —Yo tengo la medicina. Adolfo extendió la mano sin rodeos: —Dámela. Clara continuó comiendo con calma, ignorando por completo la mano extendida de Adolfo. Él se impacientó: —Clara, ¿qué significa esa actitud? Clara lo miró como si acabara de escuchar la pregunta más absurda del mundo: —Somos personas inteligentes, ¿para qué fingir que no entendemos? —La última vez que nos vimos, lo dejé muy claro. La medicina de los primeros siete días fue un favor o una oportunidad que te regalé. Si quieres más, tendrás que pagar el precio. Adolfo fingió no entender: —¿Y qué es lo que quieres? Clara tomó un bolígrafo y trazó un número sobre la servilleta: —Doscientos millones de dólares. Adolfo se enfureció: —Clara, eso es un abuso. No solo no tengo doscientos millones, sino que, aunque los tuviera, ¿por qué debería darte semejante cantidad? Clara, co

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