Capítulo 52
En toda su vida, lo que Clara más detestaba era el negocio sin escrúpulos de la compraventa de órganos humanos; Adolfo ya había tocado el límite de su tolerancia.
De no ser por esa pequeña ficha de negociación que necesitaba, no habría dudado en enviarlo directamente al infierno.
Cuando regresó a Monte Bella Vista, ya pasaban de las diez de la noche.
Para su sorpresa, Hugo también se encontraba allí.
Conversaba en voz baja con Sergio sobre algún asunto.
Al ver aparecer a Clara, Hugo sintió una ligera emoción: —Señorita Clara, ha regresado.
Clara asintió con una sonrisa cortés: —Hugo, ¿tan tarde y aún estás trabajando con tu jefe?
El modo en que ella pronunció "Hugo" le resultó incómodo a Sergio.
Parecía que, en un abrir y cerrar de ojos, todos los amigos y subordinados a su alrededor habían establecido una conexión amistosa con Clara, excepto él.
Hugo no tenía idea de lo que pasaba por la mente de Sergio en ese momento.
Desde que había sobrevivido milagrosamente a la explosión, sentía

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