Capítulo 61
Clara siguió girando la pluma entre los dedos, sin dignarse siquiera a mirar.
Felipe, con una sonrisa diplomática, retomó la conversación: —En cualquier relación o colaboración, es imprescindible mantener tanto los sentimientos como los principios y los límites. Entre padre e hija, naturalmente, ocurre lo mismo.
—Esta propiedad representa una suma considerable, y mi clienta no es más que una joven inexperta. Si no cuenta con un profesional que supervise la transacción, podría salir perjudicada, lo que sería incómodo para ambas partes.
Felipe empujó de nuevo la pluma hacia Adolfo: —Para evitar disputas futuras, que un abogado intervenga es la mejor forma de resolverlo.
—Seguramente el señor Adolfo tampoco desearía que, algún día, usted y su hija terminen en los titulares por una propiedad, ¿verdad?
Adolfo comenzó a sospechar que había algo más detrás de todo aquello.
A esa edad, pensó, los jóvenes como Clara solo buscan el beneficio inmediato.
Comparada con esa vieja casa, una transfere

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