Capítulo 325
“¡Andy!”.
“¡Jefe!”.
“¡Jefe!”.
Todos suspiraron con alivio cuando vieron a Andrius.
Los matones reaccionaron de forma extrema a la ensordecedora entrada de Andrius. Las expresiones en sus rostros tuvieron múltiples cambios.
De una mirada despiadada a otra inexpresiva, luego mortificada, todas sucedieron en medio segundo.
Los matones trabajaban para Jamire Ringstone. Sabían que había alguien en Sumeria que podía borrarlos de la existencia con facilidad, alguien a quien no podían permitirse ofender. En ese momento, ese alguien en concreto había aparecido ante ellos.
Los matones sudaban a mares y el miedo les debilitaba las piernas. Querían arrodillarse y suplicar por sus vidas.
Cuando apareció Andrius, Louis sintió de algún modo el sabor amargo de la mi*rda en la boca y le empezó a doler el estómago. Un asco surgió de su corazón al recordar lo que le habían obligado a comer la noche anterior.
Louis, furioso, le rugió a Andrius: “¡Vándalo! ¿En serio viniste solo? ¡Vete al infier

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