Capítulo 57
Todos quedaron sorprendidos al escuchar las palabras de Mario.
¡Dios mío! Nunca imaginaron que esa madera tan oscura tuviera tanto valor.
Realmente era increíble.
Al mirar la expresión de María, todos podían ver que ella también estaba asombrada.
Nadie se esperaba que María tuviera tal habilidad, ¡y que pudiera comprar algo así!
Al principio todos pensaban quedarse como simples espectadores, pero al final, quienes parecían ignorantes y ridículos eran ellos.
Nuria se colocó la pulsera en la muñeca y asintió con satisfacción: —Esta me la regaló mi nieta. Es el obsequio más valioso que he recibido. No se la venderé a nadie.
Al escuchar eso, Mario se echó a reír a carcajadas. —Doña Nuria, qué bendecida es usted realmente.
María sonrió ligeramente y no dijo nada más.
Su calma y elegancia llamaron la atención de todos los invitados presentes, incluso algunos comenzaron a murmurar.
Todos pensaban que María poseía tanto riqueza como prestigio.
Carmen arrugó la frente y preguntó: —Hermana, ¿de

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