Capítulo 26

Raúl, despreocupado, fue a abrir la puerta trasera del auto, dispuesto a lanzar primero la mochila y luego subirse él mismo. Baltasar lo sujetó por el cuello de la camisa y lo arrastró hasta el asiento del copiloto. Raúl se mostró algo reacio; ¡él todavía quería sentarse junto a Camila! Baltasar dijo con autoridad: —¿Quieres que la señorita Camila se siente en el asiento delantero? ¿Dónde ha quedado tu caballerosidad? —No es eso... Raúl quería decir que si él se sentaba atrás con Camila y Baltasar ocupaba el copiloto, todo estaría bien. Pero al encontrarse con la mirada aterradora e imponente de Baltasar, de pronto las palabras de réplica se le atoraron en la garganta y no se atrevió a pronunciarlas. Al final, resignado, se acomodó en el asiento del copiloto. Camila se sentó sin remedio alguno en la parte trasera. Con un hombre de semejante aura sentado a su lado, ignorarlo resultaba algo imposible. No pudo evitar observarlo de reojo una y otra vez. En ese instante, su expresión era ta