Capítulo 78
Cuando Adrián salió a la terraza, me vio dormida frente a la computadora. La luz amarillenta de la lámpara iluminaba mi rostro, y su mirada se quedó fija en mi cara.
Podía sentirlo, pero no lograba despertarme.
Después de un rato, escuché su voz llamándome suavemente:—Carmi...
¿Carmi?
¿Estaba llamándome a mí?
Sí, me estaba llamando.
Antes de unirme a la familia Vargas, me llamaba Carmi, no Carmen.
Pero hacía mucho tiempo que nadie me llamaba así.
—Hermano, me llamo Carmi...
Apareció ante mis ojos una niña pequeña con dos moñitos en el pelo y una carita de muñeca, llamando dulcemente a un chico.
El chico era frío y no le gustaba hablar.
Luego, me convertí en esa niña, y Adrián se convirtió en ese chico. Yo estaba acostada sobre su espalda.
—Hermano, hueles rico...
—Hermano, te ha salido una manchita negra en la nuca, te la voy a quitar.
—Carmi, no me pellizques, duele.
—Carmi, hermano está cansado, ¿podemos dejar de correr?
...
—Mamá, me gusta mi hermano, me quiero casar con él...
—Ja,

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