Capítulo 53
La esperanza era sumamente débil.
Ella no tenía ni un ápice de confianza.
Valeria, mordiéndose nerviosamente los labios, retenía la respiración mientras observaba ansiosamente a Braulio al manejar la aguja.
Parecía que lo hacía con más cuidado que Braulio.
Braulio, girando suavemente el mango de la aguja, hacía rotar la aguja de plata y luego la retiraba lentamente.
Una corriente de sangre carmesí brotaba de la punta de la lengua.
Se veía extremadamente aterrador.
Julián, con sarcasmo a un lado, comentó:—¿Realmente sabes hacer acupuntura? Está sangrando; nunca te he visto hacer acupuntura de esta manera.
Como si Braulio no lo escuchara, concentrado totalmente, introducía la aguja de plata en los puntos de acupuntura de la planta del pie, luego en el dorso del pie, y en los puntos de la pierna...
Sus movimientos eran ágiles, uno tras otro, dejando a cualquiera deslumbrado.
En un abrir y cerrar de ojos, más de veinte agujas habían sido insertadas.
Braulio exhaló profundamente: —Ha termin

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