Capítulo 14
Eugenio no estaba del todo ebrio, escuchó la pregunta de Elena, pero no sabía cómo responder.
Miró al bebé que seguía sobre la mesa, sumergido en formol, y tomó el frasco en sus brazos.
—Perdón, querida, lo siento mucho.
No se sabía si el perdón de Eugenio iba dirigido al bebé o a Julieta.
—Eugenio, ¿por qué no damos sepultura a este bebé? ¿No crees?
Elena fue a casa de Eugenio y lo encontró absorto, mirando al bebé.
Elena ni siquiera se atrevía a mirar al pequeño.
Eugenio guardó silencio durante mucho tiempo, hasta que finalmente aceptó.
En el cementerio más costoso de ciudad Laguna Verde, Eugenio compró una parcela para el bebé.
No pidió ayuda a nadie, él mismo colocó la pequeña urna de cenizas en el lugar.
Sobre la lápida no había ninguna foto del bebé, ni su nombre.
Solo aparecían, en letras pequeñas: [Hijo amado de Eugenio y Julieta.]
Después de sepultar al bebé, Eugenio se arrodilló con dolor ante la tumba, acariciando varias veces el nombre de Julieta grabado en la piedra.
—Perd

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