Capítulo 18
—Ah, no, no voy a poder terminarlo...
Se golpeaba la cabeza con frustración y, sin darse cuenta, comenzó a hacer ruido.
—¿Qué pasa? ¿Tienes algún problema?
Ignacio preguntó distraídamente, sin levantar la mirada.
Lourdes, que ya de por sí era una persona sensible, se sintió aún más desanimada.
—Sí, esto es algo difícil para mí.
Ignacio se frotó las sienes y, de pronto, se inclinó hacia ella.
—Ven, te enseño.
Al oír esas palabras, los ojos de Lourdes se iluminaron.
—¿De verdad? ¿No vas a pensar que soy tonta?
—Jajaja. —Ignacio soltó una carcajada—. Eres la empleada más ingenua que he conocido.
"¿Se supone que eso es un halago?"
Lourdes aún le daba vueltas a esa frase cuando, de pronto, sintió que alguien le rodeaba la cintura con el brazo.
Se tensó levemente. —Señor Ignacio, ¿qué está haciendo?
"¿Esto era acoso laboral?"
—No dijiste que no sabías. Solo intentaba ayudarte con buena intención.
Al ver la expresión de alerta en ella, Ignacio retiró el brazo con cierta incomodidad.
Pensó que

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