Capítulo 117 Inventando mentiras
Observando su expresión calmada y serena, el corazón antes agitado de Hugo finalmente comenzó a relajarse. Le animó desde su corazón: —Entiendo y creo firmemente que alcanzarás un gran resultado en el certamen.
—Gracias, Hugo.—respondió Mónica con una sonrisa cortés,—Ahora continuaré practicando el piano.
Hugo apretó los labios y propuso: —Justo esta mañana tengo algo de tiempo libre; si no te importa, me gustaría quedarme a escuchar tu práctica y ofrecerte algunas sugerencias.
Los ojos de Mónica se iluminaron y su rostro reflejó alegría.
Siendo Hugo ya un pianista reconocido y uno de los alumnos predilectos de la maestra, con quien había colaborado anteriormente logrando un gran entendimiento.
Mónica había considerado pedirle orientación. Sin embargo, temía molestarlo y no se atrevía a mencionarlo; al escuchar su oferta de ayuda, se sintió aliviada.
Asintió y dijo: —Por supuesto que no me importa; sería más bien un honor para mí.
—No es molestia alguna, es un placer.
Respondió Hugo co

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