Capítulo 27

Tal como lo había previsto, el carro de Jairo lo esperaba no muy lejos. Al verla salir llorando, él la jaló con fuerza hacia el interior. —María, ¿Pablo te hizo algo imperdonable? ¡Dímelo! Yo mismo lo castigaré por ti. Siempre supe que Pablo no era digno de ti, él no te merece en absoluto. Dijo con indignación. María se cubrió el rostro y sollozó en voz baja. —Pero ahora yo solo lo amo a él. Lo siento, Jairo, ya no te amo, y no puedo dejar de querer a Pablo de un día para otro. Al oírlo, Jairo se quedó sin aire y rugió con furia, ojos enrojecidos: —¿María, me tomas el pelo? ¿No soportaste mis sentimientos por Lorena, pero toleras que Pablo se acueste con otra? —¿En apenas unos meses lo amas tanto? Entonces, ¿qué significan todos esos años que pasaste conmigo? Sus pupilas estaban inyectadas de sangre, el rostro crispado. María soltó una risa amarga: —Tú también cambiaste en cuanto apareció Lorena, ¿no es así? Tanto tiempo juntos y al final, ¿qué importó? Con Pablo me pasa igual. —Voy a