Capítulo 139
El dinero perdido no era mucho, pero la ofensa fue enorme.
—¿No me dirás que trajiste a profesionales adrede para ganarnos el dinero? —inquirió Salvador primero con maldiciones y luego, fijando la mirada en Alejandro, lo interrogó.
La chica, que parecía joven y apenas rondaba los veinte años, daba la impresión de haber jugado a las cartas durante décadas. ¿Cómo podía jugar tan bien desde el principio?
Después de jugar una carta, Ana explicó inocentemente: —Solo tengo suerte.
Alejandro observó a Ana fingiendo ser una principiante, y su mirada se suavizó un poco con una sonrisa, diciendo sin mucho énfasis: —Si no puedes perder, no juegues.
—¿A quién menosprecias? —replicó Salvador, incrédulo.
¿Acaso alguno de los hermanos tenía problemas con perder?
No importaba perder unos miles de dólares; incluso perder millones en una noche no era gran cosa.
No es de extrañar que Alejandro la trajera, aunque fuera bella, no le faltaba inteligencia.
Después de ganar tres partidas consecutivas, Ana se

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