Capítulo 1833
Bernardo observaba atento con su mirada sombría a las dos personas desmayadas, sin saber qué pensaba.
Sin embargo, la mirada desolada y desencantada que proyectaba le causaba a Josefina en ese momento algo de pena.
Ella regresó al lado de Bernardo y le susurró: —¡Te he vengado! El susto que les di los tendrá enfermos prácticamente por varios días.
Al oír esto, Bernardo desvió la mirada hacia Josefina, sus ojos brillaban con una sonrisa cálida.
Los sirvientes cercanos, que al principio no habían reaccionado, comenzaron desesperados a entrar en pánico.
—¡Señor Benito! ¡Señora Mercedes!
—¡Rápido! ¡Vayan a llamar a un médico!
—¡Apúrense!
Aprovechando esa confusión, Bernardo se llevó a Josefina.
Regresaron rápido a su humilde y remota habitación.
—Este es el pastel del que te hablé, mi pastel favorito, y las pastas que son una delicia, que aún están calientes, acabo de cocinarlos. Prueba primero las pastas, están deliciosos luego comemos el pastel juntos.
Josefina abrió entusiasmada la caja

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