Capítulo 1860
Al día siguiente.
De madrugada.
Un grito estremecedor despertó a toda la casa de los Castro.
Todos en la Casa de los Castro se alarmaron.
En especial Mercedes, quien no había dormido en toda la noche.
Había escuchado gritos casi toda la noche, lo que la dejó con una expresión de disgusto en el rostro.
Casi al amanecer, justo cuando los gritos finalizaron, ella pudo al final conciliar el sueño.
Sin embargo, mientras dormía profundamente, esos gritos la despertaron enseguida.
Mariana entró corriendo, algo asustada: —Señora Mercedes, ¡esas dos mujeres que usted trajo... subieron a la cama del señor Benito! Anoche, ¡las dos lo atendieron al señor Benito!
Mercedes palideció al escuchar todo esto: —¿Qué dijiste?
—¡No era de extrañar que haya sido una noche tan agitada!
Mariana también se golpeó las nalgas varias veces: —¡Nunca lo hubiera imaginado! El señor Benito estaba sorprendido y luego dijo que no se hiciera escándalo, que quería que estas dos mujeres fueran sus amantes.
—¿Se ha vuelto

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