Capítulo 1927

Josefina sintió en ese momento que su corazón latía un poco más rápido de lo habitual: —Eso... ¿acaso he dormido mucho tiempo? Parecía que el crepúsculo estaba cerca, la luz dentro del carruaje era tenue, y cuando se miraban extasiados el uno al otro, casi podían escuchar los latidos del corazón del otro. La luz era difusa y así ocultaba la codicia y el deseo en los ojos de Bernardo. Su voz sonaba un tanto ronca: —Has dormido aproximadamente dos horas, eso es bastante tiempo. Hace un rato pensé que podrías estar enferma. —He dormido tanto tiempo, ¿no es así? No es nada, solo me siento un poco desvelada y sin fuerzas. —Explicó Josefina, levantándose. Pero notó enseguida que su cuerpo estaba algo débil. Tal vez, esto se debía a que aún no se había recuperado del todo de su anterior enfermedad, especialmente después de haber tenido una fiebre alta justo antes de venir. Con ese pensamiento, decidió no preocuparse más. —Cuando lleguemos a la posada, podrás bajar del carruaje y descansar un