Capítulo 1957

Cuando su mano tocó el espejo, de pronto una ráfaga de luces y colores invadió su mente. Luces y colores de escenas modernas. Era la montaña que ella había escalado. También era la montaña que sus padres habían escalado. En ese instante, de repente, una voz apremiante resonó junto a su oído. —¡Señorita Josefina! ¡Señorita Josefina! Sin embargo, aquellas voces parecían alejarse más y más, y se volvían cada vez menos nítidas. Ella quiso decir que no se preocuparan, que estaba bien, pero no pudo pronunciar ni una sola palabra. Al final, todo pareció sumirse de nuevo en la oscuridad. Cuando volvió a abrir los ojos, vio a Bernardo sentado junto a su cama. Tenía un pañuelo en la mano, con el que le secaba suavemente la frente. Ella abrió los ojos de repente, justo para encontrarse con la mirada llena de ternura de Bernardo. La mano de Bernardo se estremeció de golpe. Josefina quedó paralizada. Luego recordó: el espejo, se había desmayado justo después de mirar ese espejo. —Ese espejo... Bern