Capítulo 89
Diego realmente quería demostrar su valentía, incluso dio algunos pasos hacia María.
Un intenso olor a sangre lo envolvía, y Diego abanicó su nariz con disgusto.
—¿Cómo es que sangra tanto?
Fue entonces cuando Diego comenzó a asustarse; tropezó y, viendo a María en tal estado desastroso, quiso alejarse.
Pero justo cuando se daba la vuelta, Gabriel lo agarró por el cuello y lo levantó.
—¿No que no tenías miedo de nada? Entonces quédate aquí y mira.
Presioné los hombros de Diego, forzándolo a enfrentar a María.
Sabía que lo que hacía estaba mal, pero seguía siendo desafiante.
Este comportamiento era incluso peor que mentir.
—No sé cómo te enseñó Andrea, ¿pero acaso te enseñó a hacer daño a otros?
Un destello de desdén cruzó mis ojos. Este era mi hijo, debería ser comprensivo y escucharlo, pero su comportamiento era insoportable.
—Suelta, no hice daño a nadie, suéltame, mamá...
Diego luchaba, mi mano apretaba lentamente, sintiendo cómo su cuerpo temblaba.
Sus gritos se intensificaron

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