Capítulo 186
Inesperadamente, un individuo tan frío y distante defendía a una chica, contradiciendo a su padre por ella... ¿Podría ser que realmente se haya enamorado de ella? Ante este pensamiento, Laila Mason no pudo evitar apretar los dedos, su tez repentinamente se volvió unos tonos más oscura.
Mientras tanto, en el dormitorio, Celeste estaba sentada en el borde de la cama, con los ojos enrojecidos y las lágrimas fluyendo sin parar. Empezó a llorar en cuanto entró en la habitación. Eleanor y Robert sólo pudieron quedarse allí de pie, observando, impotentes.
Cuando sus lágrimas casi se acabaron, Robert extendió una mano y le ofreció un pañuelo limpio y prolijo. Celeste lo tomó agradecida y se secó la cara con brusquedad. En ese momento, ya no era la dama gentil y digna de una casa noble, sino una mujer que solo deseaba llorar su dolor.
—¡Será mejor que no haya vuelto!... —tartamudeó Celeste entre sollozos, mientras miraba a Robert con una mirada de dolor en sus ojos—. Es tan raro que vuelvas a c

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