Capítulo 261
Nadie en la habitación notó la aguja plateada mientras volaba silenciosamente por el aire. Se incrustó en un punto de acupuntura en el cuerpo de Lady Williams, sin que nadie, hombre o fantasma, lo notara. Por un momento, sus ojos parpadearon y pareció surgir un débil brillo. Su respiración se hizo más regular y su expresión, que alguna vez fue agonizante, se suavizó.
La inyección que le administró Eleanor no tenía como finalidad curar a la anciana, sino prolongar su vida y retrasar lo inevitable durante un tiempo más. Era una solución temporal que trataba los síntomas sin abordar la causa. Para curar verdaderamente a Lady Williams, se necesitaba un milagro. Y ese milagro, sin que los demás lo supieran, estaba allí mismo: la propia Eleanor.
A medida que el cambio en el estado de la anciana se hizo evidente, la tensión se extendió por la habitación. Su tez se iluminó, pero en lugar de alivio, el estado de ánimo se ensombreció aún más. La familia sabía que este cambio repentino en su esta

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