Capítulo 1686
—¿Qué saben ustedes? Esta mujer no es cualquiera, así que encárguense de ella.
Los subordinados vacilaron. —Pero si lo hacemos, ¿y si llama a la policía?
Después de todo, esas actividades se llevaban a cabo en secreto, y quienes participaban pasaban por una verificación estricta, absolutamente confidencial y segura.
—Ella no está limpia, no irá a denunciar.
Ixar, después de haberse visto obligado a arrodillarse, sentía las piernas doloridas hasta el extremo.
Al principio creyó que, al traer a esa mujer, podría darle una buena lección y desahogar su rabia.
¿Quién iba a imaginar que esa mujer no era presa fácil?
Con razón, años atrás en Argélica, aquella mujer se había acercado a él de manera intencionada. ¿Qué buscaba en realidad?
Ixar miró a la mujer que flotaba en la piscina como un cadáver. Estaba realmente loca; no era de extrañar que no hubiera podido averiguar nada sobre su procedencia.
Al poco tiempo, varios vehículos llegaron sucesivamente frente a la mansión.
Las personas que d

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