Capítulo 407
Pedro continuó: —¿Ahora lo entiendes?
¡Todavía no podía creer que no hubiese podido darle una lección a Alicia!
Alicia se rió abiertamente, sus ojos destilaban frialdad.
Al ver la sonrisa en su rostro, Pedro se sintió algo perturbado: —¿De qué te ríes?
—¿Te importa mucho tu hermanita?
Alicia se sentó en la silla, con las comisuras de los labios ligeramente elevadas: —Si no, ¿por qué insistes en obligarme a volver a Casa García? ¿No es suficiente con María?
La mirada de Pedro se volvió fría: —Alicia, no me gusta esa mirada tuya.
—Muy bien, a mí tampoco me gusta tu mirada, el sentimiento es mutuo.
Alicia giró la silla: —Recuerdo que cuando eras niño y te despreciaban o te humillaban afuera, siempre volvías a casa y te desquitabas conmigo. ¿Quién te ha despreciado ahora?
—Alicia, sería bueno que pienses antes de hablar. Enfurecerme no te traerá nada bueno. Piensa en tus amigos y en tu equipo.
—Si yo no estoy bien, tú tampoco lo estarás.
Alicia se levantó y agarró el cuello de la camisa de

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