Capítulo 854
Roberto tomó la mano de Alicia, indicándole que se calmara.
Él miró a Lourdes: —Eso es un acto ilegal. Solo nos quedaremos aquí esperando.
Alicia, siendo llevada por la mano, también se sentó en el sofá junto a Roberto.
Para ser sincera, ella misma nunca podría hacer algo tan descarado.
Sin embargo, Roberto seguía tan sereno y natural, como si ese salón fuera suyo.
Lourdes, furiosa, apretó los dientes: —De nada sirve que ustedes esperen aquí.
Roberto habló con un significado profundo: —Precisamente por eso estamos aquí, porque sabemos que servirá.
Lourdes guardó silencio. ¿Acaso Roberto había descubierto algo?
Lourdes, enojada, se marchó: —Hagan lo que quieran.
Después de que Lourdes se fue, Roberto miró al mayordomo que estaba al lado y dijo: —Por favor, tráiganos jugo y algo de fruta.
El mayordomo dudó un momento, pero terminó obedeciendo.
Después de todo, él era el heredero de la familia González; la hospitalidad seguía siendo importante.
Cuando el mayordomo se retiró, Alicia se ace

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