Capítulo 75
Gotas de sangre roja caían al suelo.
El espacio entero quedó en silencio.
Laura retrocedió incrédula dos pasos, observando la herida sangrante en el dorso de la mano de María, temblando de miedo.
—No fui yo...
—¡Ding!
Las puertas del ascensor se abrieron.
Pablo, que había visto el mensaje, entró corriendo con la intención de detener a Laura, pero al ver la herida de María, sus pupilas se contrajeron y se apresuró a sostenerla por los hombros.
—Estás herida, te llevaré al hospital...
—No me toques.
María, dolorida, inhaló bruscamente y apartó a Pablo con el hombro sin pensar.
Estaba tratando de liberar una mano para teclear la contraseña y regresar a casa para tratar la herida, que aunque sangraba mucho, solo era superficial y no grave.
Las puertas del ascensor se abrieron nuevamente y Ramón llegó apresuradamente.
—¡Estás herida! Bruno ya casi está aquí abajo, déjame llevarte al hospital.
—No es necesario, es solo una herida menor.
María empujó a Pablo.
Ramón inmediatamente la sostuvo p

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