Capítulo 98
Después de partir
María se encuentra al lado de la carretera, preparándose para pedir un taxi.
Escucha pasos detrás de ella.
Al voltearse, ve a Pablo acercándose a grandes zancadas, con un abrigo colgado en el brazo y vistiendo solo una camisa delgada bajo la luz de las farolas, deteniéndose frente a ella.
—Te llevaré.
Pablo casualmente aparta algunos mechones de cabello de su rostro, mirándola intensamente.
Como en los viejos tiempos.
Él también solía correr hacia ella de esa manera.
Pero ahora, María solo siente el frescor de la noche y se ajusta el abrigo una vez más mientras sigue intentando pedir un taxi con su teléfono.
—No necesito.
La Casa Cisneros está algo aislada, y no hay taxis cerca.
Pablo lo nota y se acerca más, mostrando su brazo magullado.
—El palo de tu casa duele mucho.
—Te lo mereces. ¿Por qué te metiste a recibir los golpes?
María no levanta la cabeza; su voz es extremadamente fría.
Una expresión de dolor cruza el rostro de Pablo.
En el pasado, bastaba con que él s

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