Capítulo 46
Veinte minutos después, ambos regresaron al pico Segoro.
En ese momento, Elizabeth ya había lidiado con sus emociones y había regresado a su apariencia tranquila habitual.
En el jardín, la tía Stella estaba quitando las malas hierbas de los escalones con Willow.
Elizabeth miró desde lejos la jugosa apariencia de su hija y su corazón ya estaba más o menos tranquilo. Sin embargo, justo cuando se dio la vuelta, chocó contra un pecho duro.
—Me pediste que me quedara contigo, pero te escabulliste a mitad de camino. —Ezra miró a Elizabeth y se burló—. ¿Crees que puedes hacer lo que quieras solo porque sabes lo que me gusta?
[Tengo algo en mente, ¿puedo compartirlo?]
[Olvídalo. No quiero transmitirle emociones negativas.]
Por eso Elizabeth sonrió y respondió: “Es muy fácil convencerte para que duermas”.
Ezra miró a Elizabeth a los ojos. Parecía que ella siempre se había tratado a sí misma como un recipiente que podía absorber y digerir todo, sin permitirse expresar su dolor e indignación.
Los

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