Capítulo 72 Quítatela
La voz de Nora era baja y ronca.
Los ojos de Martín volvieron a oscurecerse, y tragó saliva. Un segundo después, el delicado brazo de ella se enroscó alrededor de su cuello; sus labios, suaves y dulces, rozaron su oreja, y él escuchó el temblor contenido en la voz de la mujer cuando dijo: —¿La próxima vez... podrías ser un poco más suave?
El Rolls-Royce negro se incorporó al tráfico con rapidez y, como un rayo, tomó la autopista a toda velocidad. Finalmente, se detuvo en un barrio residencial de estilo occidental. Era silencioso en medio del bullicio de la ciudad, en pleno corazón de Miraflores: el conjunto residencial más prestigioso y costoso de toda la zona.
Nora ya lo había investigado: era una de las residencias habituales de Martín.
Al bajar del auto, lo siguió en silencio, y ambos subieron juntos al ascensor.
En la pared de acero se proyectaban sus sombras. Nora, inmóvil a su lado, sentía el corazón suspendido en el aire.
Recordó la última conversación dentro del auto.
Ella, inc

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