Capítulo 29
Ese encargado tampoco era muy perspicaz; le entregó otro formulario.
—Completa esta información y podrás trasladar la tumba.
Humberto lo devolvió de inmediato. No pensaba permitir tan fácilmente que se llevaran el punto débil con el que podía seguir manipulando a Bianca.
—No estoy de acuerdo, así que no habrá traslado.
Dicho esto, le hizo una seña a Martina: —Hija, la tumba de tu madre está bien como está. ¿Por qué quieres moverla? Déjala descansar en paz, ¿sí?
Varios presentes lo secundaron, y aunque Bianca no quisiera marcharse, no había forma de avanzar. Ni siquiera el encargado podía ayudarla.
—Humberto, aunque hoy me lo impidas, mañana volveré. Y si no es mañana, será pasado mañana.
Al escucharla, él soltó una sonrisa despectiva.
—Eres tan pendeja como tu madre lo fue a tú edad. Aunque me volví a casar después de su muerte, mientras yo esté vivo, no vas a mover esa tumba.
Sus ojos se entrecerraron, llenos de astucia y cálculo.
—¿Y qué ganarías con moverla? Legalmente, sigo siendo

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