Capítulo 194
Manuel sonrió sin decir nada, solo volvió a preguntar: —¿Te gusta?
Mis ojos, una vez más, no pudieron contener las lágrimas.
Asentí desesperadamente.
Manuel, con serenidad, se quedó a mi lado, disfrutando en silencio del espectáculo de fuegos artificiales frente a nosotros.
Nuestras manos estaban firmemente entrelazadas, como si, después de muchos años perdidos, de repente hubiéramos encontrado al otro.
Mi mente registraba imágenes rápidamente, pero no podía retenerlas.
Parecía ver a un joven con una camisa blanca de pie bajo una luz deslumbrante, sonriéndome suavemente.
Él preguntó: —Sara, ¿qué te gusta?
La niña pequeña respondió: —Me gustan las flores.
—¿Ah sí? —respondió el joven con tono suave, —¿qué tipo de flores?
—¡Fuegos artificiales!
El joven se rió después de un momento de distracción: —Pequeña tonta, los fuegos artificiales no son flores.
La niña puchereó: —¿Quién dice que no? Quiero muchos fuegos artificiales para mi cumpleaños.
El joven, parado en la luz y con un toque de

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