Capítulo 12

Sin embargo, para Susana fue un golpe devastador descubrir que Rubén no reaccionó como ella esperaba. No corrió hacia ella preocupado por su lesión, ni siquiera se dio la vuelta: simplemente se fue sin mirar atrás. Susana temblaba de rabia; sus uñas se clavaron en las palmas de las manos. No era tonta. Podía verlo con claridad: Rubén estaba enamorado de Ángela. El pensamiento la consumió de celos, sentía una furia ardiente que amenazaba con volverla loca. Cinco años atrás, le había costado muchísimo hacerle creer a Rubén que ella había sido la mujer que le salvó la vida. Desde entonces, él la había colmado de atenciones, regalos y favores, movido por la gratitud. A veces, Susana fingía ser frágil, lloraba o se mostraba sumisa, inventando que Ángela la maltrataba solo para manipular a Rubén y ponerlo en su contra. Incluso lo convenció de darle un somnífero a Ángela con la excusa de tranquilizarla. Pero aquel plan terminó en un accidente inesperado: Rubén y Ángela terminaron acostándose.