Capítulo 25
Él se acercó y la abrazó por la cintura desde atrás.
Josefina se tensó, arrugó la cara. —¿Qué haces aquí?
Su tono no fue amable y evitó el abrazo de Federico.
La cara de Federico se ensombreció, bajó la voz, como si no quisiera molestar a la abuela.
—¿No puedo venir?
Ella, al ver su expresión cautelosa, rio.
Federico, con el semblante endurecido, expresó su intención. Sus palabras estaban cargadas de impaciencia.
—Remodelaste la casa sin avisarme. Estamos a punto de casarnos, ¿cuando llegue la familia, dónde se van a quedar?
Ese mismo día, él había regresado a la casa y, al ver que estaban haciendo renovaciones, preguntó a los trabajadores, quienes le dijeron que había sido orden del propietario.
Josefina, al notar que él aún no se había enterado de que ella había vendido la casa, soltó un suspiro de alivio.
—En un hotel. En Costadorada hay tantos hoteles, ¿no les alcanzan para quedarse?
Respondió con total despreocupación, como si fuera lo más lógico del mundo.
Federico se quedó en si

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