Capítulo 41
—Mamá...
Apenas había terminado de hablar cuando se abrió la puerta del dormitorio.
Josefina extendió la mano, le arrebató el teléfono a Federico y presionó el botón del altavoz.
—Federico, ¿dónde estás? Andrea...
Él se puso nervioso, pero reaccionó con rapidez y respondió:
—Mamá, aguanta un poco. Voy a explicarle a Josefina y enseguida estoy allá.
Alicia, al oír a Federico, se dio cuenta de que Josefina estaba con él, así que las palabras que tenía en la punta de la lengua se le quedaron atoradas.
El contador de tiempo de la llamada seguía corriendo, pero del otro lado solo había un silencio extraño.
Poco después, la llamada fue finalizada desde el otro extremo.
Federico tomó el teléfono de las manos de Josefina y, mirándola, dijo con sinceridad:
—Pasó algo en casa. Tengo que ir un momento.
Josefina respondió: —Te acompaño, entonces.
Federico quedó paralizado. En sus ojos se reflejó un destello de nerviosismo.
—Tú...
No se le ocurrió ninguna excusa válida para rechazarla.
Josefina cur

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