Capítulo 20

Gabriel y Lorena miraban a Julio también con enfado, sin mostrarle la menor cortesía. —Señor Julio, usted y nosotros no somos del mismo mundo. Lo mejor sería que regresara a ser el hijo de familia rica que siempre ha sido; para usted, tener cuantas mujeres quiera es solo cuestión de pedirlo, y cuando se aburre de ellas, simplemente las deja en el olvido. Pero debe sabe muy bien que Silvia no es un juguete, ni alguien a quien pueda maltratar a su antojo. —Silvia era una buena muchacha y, desde que se casó con usted, ha sufrido mucho y ha soportado demasiadas penas, ¿acaso no lo sabe en el fondo de su corazón? ¿Cómo pudo encerrar a Silvia en la cárcel? ¡Y además permitir que la humillaran tantas veces! ¿Qué clase de suerte habrá tenido como para encontrarse con un hombre tan cruel como usted? Gabriel y Lorena, cada vez más indignados, se enjugaban las lágrimas mientras golpeaban a Julio. Julio, avergonzado, bajó la cabeza y no se defendió, permitiendo que lo increparan. Aun así, no pudo