Capítulo 72
—No es necesario. No es nadie importante, solo me encargo yo de los envíos.
Rocío ni siquiera se lo mencionaría al Señor Federico.
—Oh,— respondió Gabriela obedientemente.
Rocío le advirtió de nuevo: —No le digas nada al Señor Federico. Se pondría triste.
—Lo sé.
Tras un rato, terminaron de organizar los paquetes y Federico salió del ascensor de la casa. Vestía un traje formal, negro, con gemelos incrustados de zafiros.
Era realmente llamativo.
Gabriela le echó un vistazo y sonrió ligeramente.
—Buenos días, Señor Federico, vaya a desayunar,— le dijo Rocío, —Llamaron de allá, el Señor Pablo desea verlo.
—Estoy al tanto.
Federico se dirigió a la mesa del desayuno, Gabriela lo siguió y le sirvió un vaso de leche.
—Señor Federico, anoche...
—¿El médico milagroso no se emborrachó?— preguntó él, levantando la mirada hacia ella, —Pensé que se te había olvidado.
Gabriela tragó saliva, pensando cómo empezar: —Señor Federico, usted mencionó antes que la dopamina se libera sin control. Es solo un

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