Capítulo 35
Oscar soltó una risa suave, pellizcando suavemente la suave piel de la cintura de Belén.
Ella, asustada, dejó escapar un grito involuntario y, al darse cuenta de cómo sonaba, rápidamente se tapó la boca.
—No te cubras, así está bien, la abuela ya se irá —susurró Oscar con su voz magnética al oído de Belén, provocándole un sentimiento de vergüenza y nerviosismo, pero finalmente hizo caso a sus palabras.
Ricardo observaba a la anciana espiando, algo resignado, y exclamó: —Doña Carmen, ya es hora de ir a descansar, es tarde.
Doña Carmen se enderezó rápidamente, tosiendo ligeramente con algo de vergüenza y tratando de disimular: —Yo... Solo estaba asegurándome de que la puerta estuviera bien cerrada, no malinterpretes.
Tras decir esto, comenzó a caminar hacia adelante, luego se detuvo, recordó algo y añadió: —Y no le digas nada de esto a Oscar, ¿de acuerdo?
Ricardo se acercó para asistirla, —Doña Carmen, ellos tienen suerte, no necesita preocuparse tanto, el señor Oscar siempre ha sido int

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