Capítulo 11

A la mañana siguiente, muy temprano, Verónica fue a la escuela. —Lo siento, señorita Verónica, pero tiene que ser la madre biológica. Nadie más puede hacerlo. —dijo el director. Verónica respondió con entusiasmo: —Esto es solo un pequeño asunto, ¿no podría hacer una excepción? Al terminar de hablar, sacó un sobre grueso. —Es solo un pequeño gesto de cortesía. Pero apenas empujó el sobre hacia él, el director soltó una carcajada fría. —¿Cree que esta escuela es igual que cualquier otra? Señorita Verónica, si esto es toda su "sinceridad", le aconsejo que se retire de inmediato. Esta era una escuela internacional. ¿Acaso no eran todos los niños de aquí de familias ricas y poderosas? ¿Realmente pensaba que cualquiera podía dejarse sobornar con dinero? —¡Tú! ¡Mi esposo es el presidente del Grupo Titán! ¡Te vas a arrepentir! En ese instante, la puerta de la oficina se abrió y Federico entró con el rostro oscurecido. El semblante de Verónica cambió de inmediato. Toda su arrogancia desapareció