Capítulo 26

Al principio, él aún mantenía un poco de esa actitud de resistencia y quería apartarla. Pero bajo el ataque de su beso cerrado e impenetrable, asediado por la furia y el deseo al mismo tiempo, de repente pasó de ser pasivo a activo, agarrándole el cabello para obligarla a levantar el rostro y devolviéndole el beso con una intensidad desmedida, como si estuvieran compitiendo, hasta el punto de que ella casi no lograba respirar... Se desplazaron desde la sala hasta el dormitorio, quitándose la ropa mutuamente mientras se besaban, dejándose llevar con familiaridad en esa caída de placer compartido... Solo de esta manera él podía castigarla con fuerza, hacer que se rindiera por completo... No se sabe cuánto tiempo pasó hasta que finalmente terminaron. Los dos quedaron expuestos, recostados en la cama, sin prisa por bañarse o vestirse. Esta vez él tampoco fumó; apoyó la cabeza sobre la mano, cerró los ojos y se hizo el dormido, en un estado de breve descanso y desconexión. Clara también sen