Capítulo 137

Ximena lo tomó y se lo bebió de un trago. El sabor amargo no dejaba de invadirle la boca, pero después de haber tomado tantas pastillas y frascos de medicinas en casa y en el bolso, ya podía hacerlo sin que se le moviera un solo músculo del rostro. Sin embargo. Durante ese tiempo, ella había tenido mal apetito y cualquier estímulo en las papilas gustativas le provocaba fácilmente náuseas. Al ver la mirada preocupada de doña Lorena, Ximena aguantó la sensación de arcadas con el rostro completamente pálido. —Diego, dale a Xime un poco de azúcar para quitarle el amargor —ordenó de inmediato doña Lorena. Diego entonces la miró, y esta vez no se negó; sin embargo, en vez de sacar azúcar, le indicó a Eva: —En la nevera independiente de la cocina hay ciruelas pasas de la señora Ruiz, tráelas. Eva enseguida las encontró y las puso sobre la mesa. La mirada de Ximena se posó en las ciruelas pasas. A ella le gustaban los sabores agridulces; no solía comer muchos snacks, pero de vez en cuando comp