Capítulo 200
Belén, con la mochila al hombro, volvió a su habitación en el piso superior y se dispuso a terminar de leer los libros de medicina que le quedaban.
Inesperadamente, justo cuando subía las escaleras, el teléfono de la sala empezó a sonar.
Lorena se apresuró a contestar: —¿Hola? ¿Quién es?
—¿Dónde está Belén?
Lorena dijo: —¡Señor Oscar! La señorita Belén acaba de cenar y ha subido a su habitación para estudiar.
Oscar preguntó: —¿Ha salido hoy?
Lorena dijo: —La señorita Belén mencionó que fue a comprar unos cuadernos de ejercicios. Estuvo paseando por el centro comercial y regresó a casa alrededor de las siete de la noche.
—Pásale el teléfono. —solicitó el hombre al otro lado de la línea, con un tono ligeramente ebrio y sosteniendo una copa de vino tinto; su voz sonaba perezosa.
Lorena dijo: —Por supuesto, señor Oscar.
Mientras Belén se disponía a ducharse, oyó que alguien tocaba la puerta: —¿Hay algo, Lorena?
Lorena dijo: —Es una llamada del señor Oscar.
Belén frunció el ceño; realmente

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