Capítulo 117
Lamentablemente, no pudo salvar a su Daniel.
Al pensar en Daniel, Yaritza no pudo contener un sollozo.
Se tragó toda su fragilidad, levantó la cara y le dijo firmemente a Hernán.
—Hernán, agradezco mucho tu afecto, pero realmente no soy tan buena como piensas.
Después de decir tanto de una vez, Yaritza había agotado todas sus fuerzas. Se quedó de pie, serena, como esperando el juicio final de Hernán.
Observó al hombre frente a ella, cuyos labios estaban apretados. En ese momento, se sintió como si hubiera cometido un acto deplorable, descubierto por su familia, llena de nerviosismo y temor.
Temía que Hernán reaccionara como esos padres que descubren a sus hijos haciendo algo vergonzoso, que le gritaran “sinvergüenza” y le dieran una bofetada.
Si Hernán la llamara sinvergüenza, realmente le dolería.
No quería que él tuviera que decirlo, preferiría ser ella quien lo admitiera.
—Hernán, ¿crees que soy una sinvergüenza? Realmente, también pienso que lo soy...
De repente, unos brazos fuerte

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