Capítulo 129
Mientras Hernán disfrutaba amorosamente de su futura esposa, Diego continuaba emitiendo una serie de ruidos discordantes. Alicia, quien ya se consideraba la suegra, no pudo tolerarlo más.
Se levantó de golpe, mirando a Diego con furia: —¡Diego, qué, has comido pólvora o qué?!
Pedro, siempre distante y sereno, no soportaba ver enfadada a su amada esposa.
Su mirada fría recorrió el rostro de Diego, y al hablar, una presión invisible se apoderó del ambiente.
—Diego, ¿has venido buscando pelea hoy, verdad?
Diego lentamente desvió su mirada del rostro de Yaritza y respondió con calma: —Papá, mamá, lo siento, fue un desliz.
De todos los hombres de la familia Torres, Diego era el más implacable pero también el más sentimental.
Valoraba el afecto familiar y la gratitud.
Por eso, todavía agradece el favor que Amaranta le hizo al salvarlo aquel año.
Respeta a sus padres, y en ese momento, sin importar cuán irritante encontrara la armonía entre Hernán y Yaritza, contenía su frustración para no es

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