Capítulo 22

—¡Laura! ¿Has oído la noticia? ¡Esa mujer tan cruel, Clara, por fin había recibido su merecido! Se decía que la tenían encerrada en el sótano de la familia Gómez y que ahora ya no tenía forma humana, que había quedado irreconocible. —Y también se decía que ese desgraciado de Ismael fue a buscar a Ramón y después nunca volvió a casa. Su buena esposa tampoco se atrevió a denunciarlo. Dicen que Ramón también lo había encerrado a él, que incluso le había roto las piernas. ¡Te diga; debería haber metido a los tres juntos! ¿Ismael no decía todo el tiempo que ellos eran una familia? —¡Al fin y al cabo, ninguno de esa familia era buena gente! Ramón, ese desgraciado, habrá hecho algo bueno por una vez, pero ni de lejos compensaba todos sus pecados. Al escuchar a mi buena amiga mencionar de nuevo a esa gente, sentí cierta melancolía. Tanto Clara como Ismael ya no eran, desde hacía mucho tiempo, mi familia. Así que yo ya no me preocupaba por nada de lo que les ocurriera; quizá ellos ya habrían ol