Capítulo 100

Carolina salió con un gesto incómodo y, antes de que pudiera abrir la boca, Nora ya se había recompuesto y exclamó con entusiasmo: —Ya lo decía yo, nuestra Caro es la princesita más guapa. El vestido no era largo; quedaba a la altura de las rodillas, con una falda de tul de excelente calidad. Carolina, delgada de por sí, resaltaba aún más su cintura con aquella prenda, tan fina que apenas cabía en un abrazo. Sus brazos blancos, su cara teñida de un leve rubor rosado… en conjunto, parecía una princesa salida de un cuento de hadas. La dependienta también la elogió con sincera admiración: —Señorita, con este vestido está usted realmente preciosa. No era un modelo de la última temporada; muchas chicas ya lo habían probado, pero era la primera vez que a alguien le quedaba tan perfecto. Carolina aún no había tenido ocasión de preguntar si no resultaba demasiado aniñado, cuando Nora se adelantó. —Muy bien, lo compramos. Caro, cámbiate otra vez, que yo voy a pagar. No le dejó ninguna oportunid