Capítulo 1495

Alicia alzó la mano y comenzó a aplaudir. —¿Sabes? Busqué a varios guardaespaldas y todos dijeron que no podían con el trabajo. Solo tú... eres mi salvador. Su cara ya estaba limpia en ese momento. Aunque tenía unos ojos hermosos, como los de un zorro, a veces reflejaban una inocencia inesperada. Emilio abrió la boca, pero por un momento no supo qué decir. Alicia no tenía representante. Todas las actividades pasaban por ella, si quería asistir, iba y, si no, las rechazaba. A los programas de entretenimiento les encantaba invitarla, porque sin duda generaba conversación y, donde hay polémica, hay audiencia. Se recostó en el sofá. La falda, que ya de por sí era muy corta, con ese movimiento se subió aún más, apenas cubriéndole las nalgas. Emilio no tenía ninguna intención de aprovecharse, pero su piel llamaba inevitablemente la atención. Se levantó, miró a su alrededor y encontró una manta, la cual le puso encima. Alicia, tarareando, se cubrió las piernas con la manta, bostezó y encendió