Capítulo 205
El directivo aún se regodeaba con su propuesta cuando vio que Pedro dejó los documentos a un lado y habló con tono indiferente:
—¿Ya terminaste?
—Sí, sí, ya terminé. Sé que el señor Pedro está muy ocupado. A este tipo de personas déjemelas a mí; yo me encargo de solucionarlo.
Pedro llamó a César para que entrara.
César se acomodó sus gafas y, con una sonrisa, anunció:
—Estás despedido.
El directivo pensó haber oído mal. Se irguió de inmediato, mirando primero a César y luego a Pedro.
Pedro no levantó la vista en ningún momento para mirarlo; su actitud era fría e indiferente.
El rostro del directivo se puso rojo como un tomate; los labios le temblaban.
—Señor Pedro, últimamente he cumplido bastante bien con los proyectos. Varios han generado ganancias. Me gustaría saber por qué.
Pedro dejó la estilográfica a un lado, buscó unos informes sobre la mesa y dijo con tono neutral:
—Fondos privados canalizados por cuentas de la empresa.
El rostro del directivo se tiñó de escarlata al instante.

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